jueves, 29 de diciembre de 2011

JORNADA DE AGACHADIZAS EN BOLUE

Este humedal Vizcaíno, actualmente con unas 10 Ha de extensión, es un buen lugar para avistar diversas especies típicas de este ecosistema, tanto de fauna como de flora. Rodeada por plantaciones de eucalipto (Eucalyptus globulus) y de pino de Monterrey (Pinus radiata), resulta interesante visitarlo de vez en cuando, pues es un buen lugar para observar diferentes passeriformes palustres y otras aves asociadas.

Ánade real (Anas platyrhynchos) hembra con sus crías.
En cuanto a la vegetación, los representantes principales en el entorno acuático son la espadaña (Typha sp.), dos especies de cárex (Carex pendula y Carex riparia) y el carrizo (Phragmites australis), este último la especie más abundante. En los taludes, los árboles y los arbustos se combinan protegiendo el hábitat de la erosión, gracias a la sujeción que proporcionan el entramado de raíces que cubren los primeros tramos del subsuelo. Especies autóctonas como sauces (Salix atrocinerea y Salix alba), alisos (Alnus glutinosa), fresnos (Fraxinus excelsior), laureles (Laurus nobilis), saúcos (Sambucus nigra), arces (Acer campestre) y olmos (Ulmus minor); mezclados con árboles alóctonos como árboles del cielo (Ailanthus altissima), falsas acacias (Robinia pseudoacacia), eucaliptos (Eucalyptus globulus) y sauces llorones (Salix babylonica). En el piso inferior los arbustos sirven de protección para la fauna. Algunos trepadores, como la clemátide (Clematis vitalba) o la hiedra (Hedera helix); además de hipéricos (Hypericum androsaemum), lúpulos (Humulus lupulus), senecios (Senecio aquaticus) y equisetos (Equisetum palustre), un pteridofito adaptado a la vida acuática. Pero, como en el caso de los árboles, acompañados de invasoras que están pegando fuerte por el norte: Fallopia japonica, Cortaderia selloana, Buddleja davidii y Euonymus japonicus. El tapiz herbáceo lo cubren especies como Galium aparine, Geranium robertianum, Veronica sp., entre otras.

Precioso ejemplar hembra de Calopteryx haemorrhoidalis en el humedal.
Se puede comprobar, que es un lugar con grandes necesidades de ser cuidado, sobre todo en lo que se refiere a la eliminación de especies foráneas. Los carrizales, a pesar de poder parecer beneficiosos, si se encuentran en mal estado pueden contribuir a la colmatación y a la generación de hábitats monoespecíficos. Es por ello por lo que se realiza un manejo de los mismos, mediante cortas de invierno y/o de primavera y regeneración con maquinaria pesada. De esta manera, los rejuvenecemos y aumentamos la heterogeneidad y diversidad del paisaje. A todo esto, hemos de sumarle las pantallas de vegetación que ocultan el interior del humedal (sobre todo en época estival, puesto que la caída de las hojas entorpece este propósito), entorno al camino que lo rodea, favoreciendo el asentamiento y la tranquilidad de la fauna presente en Bolue.


En primer plano espadañas (Typha sp.) y al fondo carrizos (Phragmites australis) y sauces cenizos (Salix atrocinerea).
La riqueza faunística del lugar lo componen unas 146 especies de vertebrados (6 anfibios, 12 reptiles, 106 aves y 16 mamíferos excepto quirópteros, aunque también los podemos ver volando por la zona). Evidentemente, la mayoría de aves se encuentran en paso, pero existe un número importante de carriceros tordales (con 4 territorios contabilizados, lo que indica un claro declive a tenor de los 10 territorios detectados en 2007), rascones y carriceros comunes (los más abundantes con 11 territorios en 2010) reproductores.
Como curiosidad, la focha común desapareció de Bolue en 2007 coincidiendo con el inicio de la regresión poblacional de los tordales.
Entre las aves que podemos encontrar en las diferentes épocas del año destacan garzas imperiales, polluelas pintojas, cercetas carretonas, pájaros moscones, pechiazules, escribanos palustres...

Los petirrojos (Erithacus rubecula) no faltan en los arbustos que rodean el humedal.
Aunque el importante número de aves y demás vertebrados, se ha visto perjudicado por depredadores introducidos como las ratas y el visón americano. Éstos se alimentan de los huevos y pollos de diferentes especies produciendo daños evidentes en la estabilidad y el equilibrio natural de la comunidad ornítica de este valioso refugio vizcaíno para la vida acuática y palustre.
Pero existen otras amenazas a parte de los 2 mamíferos citados: los galápagos de florida, carpas, lucios, etc. que dificultan la supervivencia de peces espinosos y galápagos europeos y leprosos.
Regresando al tema principal de esta entrada, he de decir que el pasado día 27 se presentó como un buen día para el pajareo. Temperatura aceptable de unos 13ºC, producida por un sol que calentaba e iluminaba en la medida adecuada, y un objetivo claro: la observación de la agachadiza chica (Lymnocryptes minimus) localizada por Ivan Sarabia (Miradas Cantábricas).
Inicié el itinerario a partir del río Gobelas en el que una gallineta común se dispuso a alimentarse ante mi curiosa mirada.

Gallineta común (Gallinula chloropus).
Una lavandera cascadeña se acercó con su característico vuelo ondulante, mas, tras percatarse de mi presencia, rehusó de hacer un alto en el camino.
Al alcanzar el tramo en el que el río se bifurca dando lugar al río Bolue (éste, a diferencia del Gobelas, atraviesa el humedal), el reclamo familiar del martín pescador y su silueta azul brillante pasó veloz a ras de agua, dándome poco tiempo para disfrutar de su belleza.
Los pinzones, abundantes durante todo el recorrido, se alimentaban en los árboles, muchas veces acompañados de mitos y carboneros.

Pinzón vulgar (Fringilla coelebs) macho.
Explorando cada recoveco en busca de la agachadiza chica, me topé con 2 garzas reales y un rascón que se dejó ver el tiempo suficiente para realizarle una foto presentable.

Rascón europeo (Rallus aquaticus).
Continué con la búsqueda, y cada rincón que inspeccionaba me hacía darme cuenta aún más de lo complicado que supondría dar con la minúscula escolopácida, en medio de toda esa maraña de ramas y tallos de carrizos secos en los que su mimético plumaje cumpliría su función hasta tal punto que la convertiría en un ser prácticamente invisible.
Inmerso en mis desalentadores pensamientos, un chochín saltó de manera graciosa al camino, deleitándome con sus inquietos movimientos.

Chochín (Troglodytes troglodytes).
Cerca de éste, un zorzal común buscaba lombrices en la tierra húmeda, mientras un par de arrendajos graznaban en la espesura.

Zorzal común (Turdus philomelos).
Avancé varios pasos por el camino y un nuevo elemento me sorprendió y me alegró por partes iguales. Habían construído un corto pasillo de madera que introduce al observador hasta un punto en el que es posible contemplar el interior del humedal y a las criaturas que en el moran.
No dudé en adentrarme y colocarme junto a un observador que llevaba un rato allí. Todavía no había visto a la agachadiza chica, así que tocaría esperar.

Ruiseñor bastardo (Cettia cetti).
Me dispuse a recorrer con el telescopio todo el terreno avistable. Un rascón salió volando tras dar varios pasos y una lavandera cascadeña revoloteaba a cierta distancia. Los habituales ánades reales nadaban en la lamina de agua, alguno de ellos con marcas que advierten cierta hibridación.
Por todo el campo visual, se extendían aquí y allá las agachadizas comunes, de las que pude contar 7.

Agachadizas comunes (Gallinago gallinago).
Al rato, un nuevo observador se unió a la búsqueda. Proseguí dirigiendo mi vista hacia donde se encontraban las agachadizas comunes hasta que, uno de los observadores, localizó la agachadiza chica. Se encontraba cerca, camuflada entre los tallos que la rodeaban, moviendo de manera característica su cuerpo como si fuera un muelle.

Agachadiza chica (Lymnocryptes minimus).
Esta peculiaridad, unida a otros rasgos diagnósticos como el corto pico, las listas dorsales más fanéricas que en la común y un color más oscuro en general, permiten distinguirla con bastante facilidad.

Agachadiza chica (Lymnocryptes minimus).
Además, en el dorso, se atisbaban un par de listas azuladas que, en un principio, atribuí a la escasa luz o al reflejo, pero que más tarde pude constatar que eran propias.

Agachadiza chica (Lymnocryptes minimus).
Tras cumplir el objetivo que me había llevado a este rincón de Getxo, decidieron hacer su aparición un joven cormorán grande, una garza real, 3 cercetas comunes y varios mosquiteros comunes que rondaban en los carrizos circundantes. Sin duda, la guinda final al espectáculo que protagonizaron las agachadizas de Bolue.

Fotografía de cercetas comunes (Anas crecca) tomada en Txoriherri.
PUBLICADO POR: ENDIKA ARCONES OTERO

5 comentarios:

  1. Fructífero día, menudas observaciones!.
    Saludos!!

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  2. -Buen día de acuáticas.

    -La foto de las cercetas me encanta.

    Saludos Miguel

    El Ornitoblog

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  3. Un día completo, sin duda. Saludos desde mi terruño

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  4. Hi!
    Lovely serie with many stunning birdphotos.
    Greetings from Sweden
    /Ingemar

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  5. Hola amigos. Una buena "cacería", os pusisteis las botas pegando tiros. Buen trabajo. Un abrazo desde Doña Mencía.

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