lunes, 7 de octubre de 2013

VUELTA A LA RUTINA EN PLENA MIGRACIÓN

Ha habido un parón de más de 2 meses en este blog, pero he vuelto con más fuerza que nunca para seguir compartiendo experiencias con vosotros.
Ayer acudí a mi "local patch", en una jornada envuelta por algún que otro chaparrón, y debe ser que debido al tiempo algunas aves que se encontraban migrando se vieron obligadas a parar en esta pequeña área que visito con frecuencia.
Sedimentaron multitud de especies, siendo los mosquiteros comunes Phylloscopus collybita una de las aves más abundantes de las observadas ayer.

Mosquitero común Phylloscopus collybita posado en un abedul Betula alba.
La cantidad de petirrojos Erithacus rubecula era también ingente, habiendo observado o escuchado 27 ejemplares en un territorio bastante pequeño.
Una vez próximo a la Ría de Asúa, la cantidad de especies aumentó. En primer lugar me sorprendió un bando de 22 garcetas comunes Egretta garzetta y 2 garcillas bueyeras Bubulcus ibis. Estas últimas inéditas en la zona hasta el momento.

Garcetas comunes Egretta garzetta y garcillas bueyera Bubulcus ibis.
Pude escuchar el característico reclamo trisílabo del bisbita pratense Anthus pratensis en diferentes ocasiones, además de observar 3 garzas reales Ardea cinerea, 1 hembra de collalba gris Oenanthe oenanthe (especie no observada en mi área de campeo desde 2010), 1 carricero común Acrocephalus scirpaceus y 1 papamoscas cerrojillo Ficedula hypoleuca.

Imagen de una collalba gris Oenanthe oenanthe tomada en la migración postnupcial de 2010 en mi "local patch".

Carricero común Acrocephalus scirpaceus.
Ya al final del recorrido, cuando la lluvia arreciaba obligándome a guardar mi Olympus, la primera lavandera cascadeña Motacilla cinerea del año se posó en unas rocas de un pequeño arroyo que vierte sus aguas a la ría, regalándome una bonita observación.
Uno de los pocos momentos en los que pude haber sacado alguna toma, fue mientras esperaba bajo un puente a que las precipitaciones cesarán. Las hierbas me ocultaban en cierta medida, pues un martín pescador Alcedo atthis (quien sabe si mi querido martín de todos los años) se colocó a escasa distancia sin inmutarse. El problema fue que tenía los prismáticos en la mano y no la camará. Lo observé durante un minuto hasta que intente coger la réflex y, entonces, huyó.

Esta fotografía fue tomada posteriormente al avistamiento cercano descrito arriba. Una pena ver a este precioso martín pescador Alcedo atthis posado en una de las innumerables e invasoras Cortaderia selloana.
Los andarríos chicos Actitis hypoleucos también se asustaron, y volaron 2 de los que no me había percatado de su presencia.
Las gaviotas reidoras Chroicocephalus ridibundus volaban a lo largo de la ría y fue mientras observaba una de estas gaviotas cuando mis ojos fueron a parar a un enorme bando de 61 espátulas Platalea leucorodia que surcaban los cielos a relativa baja altura en dirección a la vega de Lamiako. Estoy convencido de que se dirigieron allí para reponer fuerzas, pues tan sólo se encuentra a poco más de 3 km de distancia.

Bando de espátulas Platalea leucorodia.
Una jornada verdaderamente entretenida, aunque me quedé con ganas de ver a los escribanos palustres. Poco falta para que lleguen...

¡Un saludo!


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