lunes, 17 de marzo de 2014

TOUR POR NAVARRA 2013: FOZ DE LUMBIER Y PIRINEOS

Los últimos dos días de nuestro viaje a Navarra los decidimos emplear para visitar dos parajes de interés paisajístico inigualable: Foz de Lumbier y Pirineos. El primero de los lugares tan espectacular como el segundo, un imponente desfiladero a través del cual transcurre el río Irati, de tan apetecible color, que al final de la jornada no dudamos en refrescarnos un poco en él. Y es que el calor era excesivo, incomodo para el pajareo. Aunque mientras haya aves de por medio las inclemencias meteorológicas, ya sean frío, calor, viento fuerte o lluvia, son lo de menos.

Foz de Lumbier, un paraje impresionante. Ejemplo de desfiladero fluvial, horadado por la fuerza del río que lo atraviesa.


Como entorno rupícola que es, no tardaron en aparecer las aves asociadas a dicho hábitat. Los buitres leonados Gyps fulvus las más imponentes de todas, tanto, que fueron las únicas aves capaces de llamar la atención de los paseantes no pajareros realizando pasadas a corta distancia, planeando con sus enormes alas o cicleando en grupo por encima del río. Todo un espectáculo.

Buitre leonado Gyps fulvus.
En ocasiones se posaban en la pared opuesta, con lo que a través del telescopio pudimos disfrutar al detalle. Mientras nos deleitábamos con los buitres, un alimoche común Neophron percnopterus decidió aparecer, regalándonos unos cuantos planeos, eso sí, a cierta distancia. Sin embargo, cerca de los buitres leonados que estábamos observando por medio de mi Kowa, dimos con otro ejemplar adulto y un oscuro juvenil del buitre sabio en una preciosa estampa (ver vídeo más abajo).

Alimoche común Neophron percnopterus.


Otras aves asociadas a los roquedos son las chovas piquirrojas Pyrrhocorax pyrrhocorax erythrorhamphus, siempre reclamando desde las alturas. Córvidos de aspecto peculiar, pico largo, curvo y rojo, del mismo color que las patas. Acompañan a los grandes carroñeros y a los halcones peregrinos y cernícalos vulgares (entre otros) en los roquedos, de donde son característicos, no obstante, son menos especialistas que sus primas las piquigualdas, ya que no necesitan de entornos alpinos o roquedos extensos para criar. También lo hacen en edificios, una muestra de su carácter oportunista.

Los hirundínidos y los vencejos Apus apus también aprovechan las paredes rocosas para criar. Fue interesante poder ver nidos de avión roquero Ptyonoprogne rupestris, pues en mi entorno no es posible por estar localizados en puntos inaccesibles o difícilmente visibles. En Foz de Lumbier, en cambio, tuvimos la oportunidad de entretenernos con las idas y venidas de los adultos y los reclamos de los pollos ya crecidos, seguramente, una de las últimas polladas de la temporada.

Avión roquero Ptyonoprogne rupestris.

Pollos bastante crecidos de avión roquero. Observad el aspecto de copa abierta del nido, en contraposición al nido cerrado con un pequeño orificio de entrada del avión común.
Los aviones comunes Delichon urbicum también colocaron sus nidos a la vista, pero de estos ya habíamos visto en otras ocasiones. Aún así, no desperdicié la ocasión de inmortalizar las escenas parentales que allí tenían lugar. Además, es interesante comprobar in situ las diferencias entre los nidos de ambas especies, de una estructura y material similar pero con un acabado distinto.

Crías de avión común Delichon urbicum reclamando hambrientas ante la inminente llegada de uno de los adultos.

Avión común adulto alimentando a las crías.

Avión común en el nido.
Antes de marchar, pudimos escuchar varios gorriones chillones en la pared rocosa y en el aire, milanos reales y águilas calzadas Aquila pennata que vinieron a poner la guinda a una buena jornada ornítica.

Águila calzada Aquila pennata de fase oscura.
Esa misma noche descansamos en un camping cerca de Belagua, donde escuchamos un cárabo común y fotografiamos varios sapos comunes Bufo spinosus. Como al día siguiente tocaba madrugar, nos fuimos pronto a dormir.

Primer plano de sapo común Bufo spinosus. Destaca sobremanera el color fuego de sus ojos.

Dado el gran tamaño de este ejemplar podemos decir que se trataba de una hembra.

En este caso un macho con una coloración más verdosa y menor tamaño.
Ya en Pirineos, mi primera alegría fue poder ver al fin uno de mis árboles favoritos, el pino negro Pinus uncinata, árbol dominante en la zona. Caminamos mucho, tal vez demasiado para lo que debimos hacer. Quizás la mejor opción hubiera sido avanzar con el coche y realizar varias paradas, pero en cualquier caso tampoco salió del todo mal la jugada. Más que nada porque el deseado quebrantahuesos Gypaetus barbatus aureus apareció, cuando ya lo dábamos por perdido. Una lástima no haberlo podido observar bien, puesto que, como se puede apreciar en la foto, lo pillamos de espaldas. Como se suele decir en estos casos, habrá mejores oportunidades, de eso no hay duda.

Los dominios del quebrantahuesos en el Pirineo navarro.

Quebrantahuesos Gypaetus barbatus aureus.
Entre alimoches comunes, buitres leonados y chovas piquigualdas Pyrrhocorax graculus comenzamos a ser rodeador por una espesa niebla que nos llevó a movernos, pues en el cielo ya no veríamos nada.

Una lástima de contraluz en esta captura de alimoche común Neophron percnopterus.

Buitre leonado Gyps fulvus con el pinar de pino negro como telón de fondo.

Chovas piquigualdas Pyrrhocorax graculus alimentándose de invertebrados en un pastizal alpino.

Bando de chovas piquigualdas. Se trata de un córvido especializado en ambientes alpinos, donde llega a criar a más de 6000 metros en el caso de la cordillera del Himalaya, el techo del mundo.
Nuestra intención era caminar el poco tiempo que nos quedaba por un pinar de pino negro, algo de lo que tenía unas ganas inmensas. El silencio era totalmente sepulcral, una quietud sólo comparable a la que se aprecia a través de los documentales en los bosques de coníferas boreales, más concretamente, en la taiga. Silencio debido principalmente a la poca densidad de pajarillos que residen en este tipo de hábitats. Aunque de vez en cuando ese silencio se puede romper, siendo, en este caso, el piquituerto común Loxia curvirostra el encargado de poner las notas a aquel paisaje mágico. Una forma magnífica de despedir el viaje, observando a la especie icónica por excelencia de los pinares.

Pinos negros Pinus uncinata envueltos en un tupido velo neblinoso.

Piquituerto común macho Loxia curvirostra sobre pino negro.

¡Hasta la próxima entrada!

4 comentarios:

  1. Arrrrgh, el quebrantahuesos, la única rapaz diurna que me falta por ver de nuestra fauna. La Foz de Lumbier es un sitio al que espero poder ir este año si todo sale bien, es uno de esos ambientes en los que me siento más pleno.
    A mí también me gustan los ojos ígneos del sapo común.
    ¡Saludos!

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    Respuestas
    1. Bueno, sólo te falta una. A mi aún me quedan por ver el elanio, el águila perdicera, el esmerejón y el halcón de Eleonor, sin contar el halcón de tagarote de las Canarias. La Foz de Lumbier me encantó, aunque todos los roquedos de ese estilo suelen gustarme mucho. Además, cerca de allí tienes la Foz de Arbayún, donde, con algo de suerte, puedes ver al quebrantahuesos.

      ¡Un saludo!

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