domingo, 22 de enero de 2012

MAÑANA GRIS EN EL ABRA

El día (21 de Enero) no invitaba a salir, pero la pasión por las aves pudo conmigo y decidí acercarme a Getxo. El viento del Noroeste arreciaba y débiles e inconstantes precipitaciones caían de vez en cuando.

Zampullín cuellinegro (Podiceps nigricollis).
La ruta comenzó en la Vega de Lamiako, donde el mes pasado se observó un bando de moritos comunes (Plegadis falcinellus). Yo no iba a tener tanta suerte, pues mis observaciones solo incluyen 1 andarríos chico, lavandera cascadeña (Motacilla cinerea), 2 gaviotas patiamarillas (Larus michahellis) y 80 gaviotas reidoras (Larus ridibundus). Me marché tras entretenerme un rato con el andarríos y continué mi camino junto a la ría.

Andarríos chico (Actitis hypoleucos) en Lamiako.
Antes de llegar al puente colgante, un zampullín apareció a poca distancia y, algo más lejos, una gaviota sombría joven que descansaba en el agua.

Zampullín cuellinegro (Podiceps nigricollis).
Como es habitual, las reidoras se encontraban en gran número, llenando el ambiente con sus distintivos gritos. Una vez pasado el puente colgante decidí adentrarme en el Muelle de Churruca, donde cerca de la orilla de la playa de Las Arenas observé un somormujo lavanco (Podiceps cristatus) pescando.
Seguí por el paseo para llegar a la playa de La Bola y, durante el camino, a parte de observar a los cormoranes posados en embarcaciones secando sus alas abiertas, avisté a lo lejos un pequeño bulto blanco y negro que no dudé en identificar como un arao común (Uria aalge). Al llegar a su par, lo contemplé con todo detalle, ya que se encontraba pegado al muro del paseo.

Arao común (Uria aalge), diría que un juvenil de 1er invierno, aunque agradecería que alguien me lo aclarara.
Estaba descansando, dejándose mecer por las olas. Estuve un cuarto de hora fotografiando al álcido y hubiera estado más, pero tenía prisa.
 
Arao común (Uria aalge).
No muy lejos del arao, dí con una garceta común que también permanecía inmóvil reposando y, probablemente, esperando a que la marea bajase para comenzar con su jornada de pesca.

Garceta común (Egretta garzetta).
Garceta común (Egretta garzetta).
Ya en la playa de La Bola, un vuelvepiedras se alimentaba entre los rastrojos traídos por el mar, y que se acumulan en la pequeña porción de arena que en esos momentos quedaba al descubierto. Fotografié lejanamente a algún zampullín más y dirigí mis pasos hacia el muelle de Arriluce.

Zampullín cuellinegro (Podiceps nigricollis).
Una vez allí, pude constatar porque el arao había optado en refugiarse dentro del puerto, ya que la mar estaba muy picada. A pesar de ello, un bando de 11 somormujos lavancos se encontraba dormitando entre las olas, desapareciendo y apareciendo intermitentemente.
A lo largo del muelle, los vuelvepiedras correteaban en gran cantidad, confiados ante la presencia humana.

Vuelvepideras común (Arenaria interpres).
Por último, trato de identificar las gaviotas que suelen posarse en el embarcadero de Arriluce. Están lejos, pero consigo confirmar 2 gaviotas sombrías y unas 15 patiamarillas. Es un buen lugar donde toparse con gaviones atlánticos, gaviotas de Delaware y, porqué no, alguna polar, cáspica o gavión hiperbóreo. Por soñar que no quede.
¡¡Hasta la próxima entrada!!

jueves, 12 de enero de 2012

UN DÍA CUALQUIERA EN TXORIHERRI

Como ya conté en uno de los primeros post del blog, suelo visitar una pequeña zona situada en un extremo de Txoriherri. A pesar de ser un lugar muy humanizado y cercano a Bilbao, conserva una avifauna rica y propia tanto de bosques como de prados.

Busardo ratonero (Buteo buteo) cerniéndose. Una de las especies más habituales de la zona.
El domingo regresé a este territorio con el fin de ir observando la evolución de las especies que han decidido quedarse a invernar en los alrededores. Hace 3 semanas, me llevé una grata sorpresa al avistar 4 escribanos palustres que desgraciadamente se encontraban comiendo en un camino asfaltado entre escombros y pampas (Cortaderia selloana). También ascendían a los plumeros de estas últimas a alimentarse de sus semillas. El año pasado invernó uno de estos emberízidos, al que pude ver de forma regular hasta marzo.

Escribano palustre (Emberiza schoeniclus) el pasado invierno.
A las 9:30 de la mañana ya me encontraba partiendo para realizar el itinerario habitual. Primero un pequeño vistazo a los prados del terreno de mi padre, rodeados por sauces cenizos y zarzas, en los que solo observo un par de lavanderas blancas y a los abundantes petirrojos reclamando.

Lavandera blanca (Motacilla alba).
Una mirada al cielo y la primera sorpresa: un joven milano real. Aunque en invierno la población de esta rapaz aumenta considerablemente en Vizcaya, no es muy habitual verla por esta zona. Tal vez sea la prueba inequívoca de que está extendiéndose y recuperando su antigüo territorio.

Milano real (Milvus milvus) joven.
Dejando a un lado el milano me dirijo al bosque mixto que se extiende a lo largo de una ladera. Para ello debo atravesar primero otro prado en el que nuevamente no veo nada, aunque un bando de 21 zorzales comunes pasa volando a muy poca distancia.

Parte del bando de zorzales comunes (Turdus philomelos).
Escucho una insistente urraca y alguna lavandera más. No parece un buen día para pajarear, aunque el sol comienza a asomarse timidamente entre las nubes. Continuo caminando entre los robles, abedules, acebos, encinas, castaños, avellanos y sauces que conforman el arbolado del bosquete, y escucho a los primeros carboneros.

Carbonero común (Parus major) anillado, pero es imposible distinguir ningún código.
Acto seguido comienzo a oír los reclamos de un bando de mitos que se apostan en un abedul a fin de alimentarse de sus semillas. Cuento 7 ejemplares que van pasando de uno en uno, de un abedul a otro.

Mito (Aegithalos caudatus).
Mito (Aegithalos caudatus).
Dos verderones comunes se mueven en el linde del bosque, mientras los ruiseñores bastardos cantan ocultos en la espesura.

Verderón común (Carduelis chloris).
Un par de agateadores ascienden por los troncos de los robles más altos. Ahora sigo el arroyo que atraviesa el bosque para llegar al lodazal donde vierte sus aguas. En invierno, este terreno repleto de barro, agua, sauces, equisetos (Equisetum telmateia) y el arbusto Dorycnium rectum, suele albergar simultaneamente a dos especies que me gustan especialmente: la becada (Scolopax rusticola) y el rascón europeo (Rallus aquaticus). Es por ello por lo que me interno en él en su busca, aunque no hubo suerte.
Escucho un arrendajo y salgo del lodazal a duras penas, peleándome con las pampas que invaden el prado aledaño. Ha sido en este mismo prado donde en Agosto de este año observé a dos chotacabras grises salir volando de un rincón, en el cual hallé para mi sorpresa, un huevo estropeado y algo de plumón. Una pena que no llegasen a criar, pero el intento ya es todo un notición.

Huevo de chotacabras gris (Caprimulgus europaeus).
Una vez me libro de las cortaderias, salgo a una pequeña zona abierta salpicada de argoma (Ulex europaeus), zarzamora, senecio y árboles de reciente plantación como Arces campestres. Consigo ver el primer bisbita común y los primeros jilgueros empiezan a volar por encima de mí.

Jilgueros (Carduelis carduelis).
Cruzo la carretera y camino por la acera, junto a la ría de Asúa. No parece que haya nada, tan solo un par de mirlos que huyen ante mi presencia. Posteriormente, atravieso un puente y camino junto a una alineación de cipreses de los que sale una tórtola turca que acaba deteniéndose en una farola.

Tórtola turca (Streptopelia decaocto).
Llego a una pradera ajardinada con unos pocos arces plateados en los que veo un par de lavanderas blancas y a la hembra de colirrojo tizón que frecuenta el lugar.

Colirrojo tizón (Phoenicurus ochruros) hembra.
También los bisbitas se alimentan en el césped.

Bisbita común (Anthus pratensis).
Avanzó un poco más y junto al camino, en una zona encharcada rodeada de carrizos, levanto 3 cercetas comunes, una lavandera cascadeña y un andarríos chico, que vuelan lejos, aunque las pequeñas anátidas se esconden en un arroyo que se encuentra a unos 10 metros de mi posición, que nace en la propia ría.
Allí me acerco, no con la idea de levantar nuevamente a las cercetas, sino para tratar de observar al martín pescador macho que suele elegir las rocas del arroyo como unos de sus posaderos favoritos. Me asomo desde el camino y no está, pero consigo fotografíar a las cercetas con sumo cuidado, tratando de evitar asustarlas. El macho no se fía, y decido continuar con mi camino.

Cercetas comunes (Anas crecca). De izquierda a derecha: joven, hembra y macho adultos.
Giro a la derecha, avanzando junto al arroyo. Los carrizos me tapan la visión, aunque no es el arroyo lo que me importa. Intento avistar alguno de los mosquiteros que frecuentan la vegetación palustre o, con algo más de suerte, al escribano. Pero nada. Aún así, un zorzal común sale volando a escasos metros de mí.
Doy media vuelta y prosigo con el itinerario. Junto a mí, un bosquete de acacias y sauces blancos en los que escucho mitos, carboneros, herrerillos y un ruiseñor bastardo.

Herrerillo común (Parus caeruleus).
Antes de continuar, decido levantar la vista y en el cielo aparecen 3 cornejas negras que vuelan rápidas en dirección Sur.
Dejo el bosquete y avanzo por el camino que bordea la ría de Asúa. Atento a los sonidos que de ella provienen (ya que la vista me la tapan diferentes árboles ornamentales) consigo escuchar al martín pescador. Una lástima no poder verlo. Sin embargo, un acentor común se cruza en mi camino.

Acentor común (Prunella modularis).
Unos pasos más adelante y empiezo a ver al nutrido bando de gorriones comunes que frecuentan un edificio abandonado, que les sirve de protección y de lugar de cría.

Gorrión común (Passer domesticus) hembra.
Me dispongo a cruzar un puente y observando desde el mismo observo un inmaduro de cormorán grande y una gaviota reidora descansando.
Mi próxima meta es una pequeña pradera que se encuentra junto a la ría, rodeada por sauces cenizos y zarzas. La hierba es muy alta, lo que permitió el año pasado pasar un par de días a varias codornices que hicieron un alto en el camino en su migración hacia tierras africanas. Justo en la entrada, un par de robles y un buitrón a escasos metros de mí me dan la bienvenida.

Buitrón (Cisticola juncidis).
Doy una pequeña vuelta por el terreno y, además de observar al buitrón en diversas ocasiones, diviso una pareja de tarabillas comunes y un puñado de hongos, que resultaron ser Macrolepiota procera, verdaderamente hermosos.

Tarabilla común (Saxicola torquata) hembra.
Tras fotografíarlos, me marcho del lugar contento por los avistamientos, aunque parece que cada año menos aves acuden aquí a críar o invernar. Ojalá no continúe esa tendencia.

PUBLICADO POR: ENDIKA ARCONES OTERO

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