jueves, 12 de enero de 2012

UN DÍA CUALQUIERA EN TXORIHERRI

Como ya conté en uno de los primeros post del blog, suelo visitar una pequeña zona situada en un extremo de Txoriherri. A pesar de ser un lugar muy humanizado y cercano a Bilbao, conserva una avifauna rica y propia tanto de bosques como de prados.

Busardo ratonero (Buteo buteo) cerniéndose. Una de las especies más habituales de la zona.
El domingo regresé a este territorio con el fin de ir observando la evolución de las especies que han decidido quedarse a invernar en los alrededores. Hace 3 semanas, me llevé una grata sorpresa al avistar 4 escribanos palustres que desgraciadamente se encontraban comiendo en un camino asfaltado entre escombros y pampas (Cortaderia selloana). También ascendían a los plumeros de estas últimas a alimentarse de sus semillas. El año pasado invernó uno de estos emberízidos, al que pude ver de forma regular hasta marzo.

Escribano palustre (Emberiza schoeniclus) el pasado invierno.
A las 9:30 de la mañana ya me encontraba partiendo para realizar el itinerario habitual. Primero un pequeño vistazo a los prados del terreno de mi padre, rodeados por sauces cenizos y zarzas, en los que solo observo un par de lavanderas blancas y a los abundantes petirrojos reclamando.

Lavandera blanca (Motacilla alba).
Una mirada al cielo y la primera sorpresa: un joven milano real. Aunque en invierno la población de esta rapaz aumenta considerablemente en Vizcaya, no es muy habitual verla por esta zona. Tal vez sea la prueba inequívoca de que está extendiéndose y recuperando su antigüo territorio.

Milano real (Milvus milvus) joven.
Dejando a un lado el milano me dirijo al bosque mixto que se extiende a lo largo de una ladera. Para ello debo atravesar primero otro prado en el que nuevamente no veo nada, aunque un bando de 21 zorzales comunes pasa volando a muy poca distancia.

Parte del bando de zorzales comunes (Turdus philomelos).
Escucho una insistente urraca y alguna lavandera más. No parece un buen día para pajarear, aunque el sol comienza a asomarse timidamente entre las nubes. Continuo caminando entre los robles, abedules, acebos, encinas, castaños, avellanos y sauces que conforman el arbolado del bosquete, y escucho a los primeros carboneros.

Carbonero común (Parus major) anillado, pero es imposible distinguir ningún código.
Acto seguido comienzo a oír los reclamos de un bando de mitos que se apostan en un abedul a fin de alimentarse de sus semillas. Cuento 7 ejemplares que van pasando de uno en uno, de un abedul a otro.

Mito (Aegithalos caudatus).
Mito (Aegithalos caudatus).
Dos verderones comunes se mueven en el linde del bosque, mientras los ruiseñores bastardos cantan ocultos en la espesura.

Verderón común (Carduelis chloris).
Un par de agateadores ascienden por los troncos de los robles más altos. Ahora sigo el arroyo que atraviesa el bosque para llegar al lodazal donde vierte sus aguas. En invierno, este terreno repleto de barro, agua, sauces, equisetos (Equisetum telmateia) y el arbusto Dorycnium rectum, suele albergar simultaneamente a dos especies que me gustan especialmente: la becada (Scolopax rusticola) y el rascón europeo (Rallus aquaticus). Es por ello por lo que me interno en él en su busca, aunque no hubo suerte.
Escucho un arrendajo y salgo del lodazal a duras penas, peleándome con las pampas que invaden el prado aledaño. Ha sido en este mismo prado donde en Agosto de este año observé a dos chotacabras grises salir volando de un rincón, en el cual hallé para mi sorpresa, un huevo estropeado y algo de plumón. Una pena que no llegasen a criar, pero el intento ya es todo un notición.

Huevo de chotacabras gris (Caprimulgus europaeus).
Una vez me libro de las cortaderias, salgo a una pequeña zona abierta salpicada de argoma (Ulex europaeus), zarzamora, senecio y árboles de reciente plantación como Arces campestres. Consigo ver el primer bisbita común y los primeros jilgueros empiezan a volar por encima de mí.

Jilgueros (Carduelis carduelis).
Cruzo la carretera y camino por la acera, junto a la ría de Asúa. No parece que haya nada, tan solo un par de mirlos que huyen ante mi presencia. Posteriormente, atravieso un puente y camino junto a una alineación de cipreses de los que sale una tórtola turca que acaba deteniéndose en una farola.

Tórtola turca (Streptopelia decaocto).
Llego a una pradera ajardinada con unos pocos arces plateados en los que veo un par de lavanderas blancas y a la hembra de colirrojo tizón que frecuenta el lugar.

Colirrojo tizón (Phoenicurus ochruros) hembra.
También los bisbitas se alimentan en el césped.

Bisbita común (Anthus pratensis).
Avanzó un poco más y junto al camino, en una zona encharcada rodeada de carrizos, levanto 3 cercetas comunes, una lavandera cascadeña y un andarríos chico, que vuelan lejos, aunque las pequeñas anátidas se esconden en un arroyo que se encuentra a unos 10 metros de mi posición, que nace en la propia ría.
Allí me acerco, no con la idea de levantar nuevamente a las cercetas, sino para tratar de observar al martín pescador macho que suele elegir las rocas del arroyo como unos de sus posaderos favoritos. Me asomo desde el camino y no está, pero consigo fotografíar a las cercetas con sumo cuidado, tratando de evitar asustarlas. El macho no se fía, y decido continuar con mi camino.

Cercetas comunes (Anas crecca). De izquierda a derecha: joven, hembra y macho adultos.
Giro a la derecha, avanzando junto al arroyo. Los carrizos me tapan la visión, aunque no es el arroyo lo que me importa. Intento avistar alguno de los mosquiteros que frecuentan la vegetación palustre o, con algo más de suerte, al escribano. Pero nada. Aún así, un zorzal común sale volando a escasos metros de mí.
Doy media vuelta y prosigo con el itinerario. Junto a mí, un bosquete de acacias y sauces blancos en los que escucho mitos, carboneros, herrerillos y un ruiseñor bastardo.

Herrerillo común (Parus caeruleus).
Antes de continuar, decido levantar la vista y en el cielo aparecen 3 cornejas negras que vuelan rápidas en dirección Sur.
Dejo el bosquete y avanzo por el camino que bordea la ría de Asúa. Atento a los sonidos que de ella provienen (ya que la vista me la tapan diferentes árboles ornamentales) consigo escuchar al martín pescador. Una lástima no poder verlo. Sin embargo, un acentor común se cruza en mi camino.

Acentor común (Prunella modularis).
Unos pasos más adelante y empiezo a ver al nutrido bando de gorriones comunes que frecuentan un edificio abandonado, que les sirve de protección y de lugar de cría.

Gorrión común (Passer domesticus) hembra.
Me dispongo a cruzar un puente y observando desde el mismo observo un inmaduro de cormorán grande y una gaviota reidora descansando.
Mi próxima meta es una pequeña pradera que se encuentra junto a la ría, rodeada por sauces cenizos y zarzas. La hierba es muy alta, lo que permitió el año pasado pasar un par de días a varias codornices que hicieron un alto en el camino en su migración hacia tierras africanas. Justo en la entrada, un par de robles y un buitrón a escasos metros de mí me dan la bienvenida.

Buitrón (Cisticola juncidis).
Doy una pequeña vuelta por el terreno y, además de observar al buitrón en diversas ocasiones, diviso una pareja de tarabillas comunes y un puñado de hongos, que resultaron ser Macrolepiota procera, verdaderamente hermosos.

Tarabilla común (Saxicola torquata) hembra.
Tras fotografíarlos, me marcho del lugar contento por los avistamientos, aunque parece que cada año menos aves acuden aquí a críar o invernar. Ojalá no continúe esa tendencia.

PUBLICADO POR: ENDIKA ARCONES OTERO

5 comentarios:

  1. Gran variedad por esos lares humanizados.....muy bueno el acentor ,yo lo veo poquisimo y los chotacabras,a ver este anio si hay suerte,ojala no pase nadie por alli...
    Saludos camperos!

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    Respuestas
    1. Pues gracias a dios no pasa mucha gente, pero entre la fábrica que hay allí y la escombrera clandestina que han montado toda una serie de sinvergüenzas están dejando el sitio que da lástima. Y a ver si los chotacabras tienen suerte sí, me haría mucha ilusión.

      Saludos!!!

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  2. Que variedad de aves más espectacular. Sabes yo suelo ir aveces por Bermeo, mi mujer tiene familia por allí. Este verano estuve una semana. Lástima no haberte conocido antes para haber salido a pajarear. Cuidate. Saludos desde mi terruño

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  3. La verdad es que la variedad es increíble si tenemos en cuenta el estado de la zona, da un poco de pena. Pero estos 2 años he visto hasta 86 especies en un espacio que es bastante pequeño. Algún día pondré la lista. Y si vuelves por aquí, yo encantado de salir a pajarear.
    Saludos!!

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  4. Cuidado con las zonas humanizadas que, precisamente, por la escasa presencia de predadores, puede resultar interesante para determinado tipo de aves. En algunos lugares con vertidos de depuradoras, al ser sus aguas menos frías, generan la expansión de insectos y la concentración de otros animales de interés para sus potenciales consumidores.
    No hay que desdeñar nada cuando se sale a ver animales. Yo también visito zonas alteradas y los animales son algo mas dóciles.

    Saludos.

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