jueves, 4 de julio de 2013

ASCENSO VERANIEGO AL TXARLAZO

Aún no era verano, pero poco faltaba, y el pasado día 12 decidí ascender junto a un amigo al monte Txarlazo. Es el recorrido que suelo hacer habitualmente cuando acudo a Orduña y aquel día no iba a ser menos.
La temperatura era totalmente veraniega, de ahí el título, un calor nada conveniente para realizar una ruta exigente como esa.
Como siempre en estas fechas, los reclamos que abundaban en el quejigal eran los de mosquiteros ibéricos Phylloscopus ibericus y petirrojos Erithacus rubecula, aunque también se podían escuchar mirlos Turdus merula y cucos Cuculus canorus. Los avistamientos eran escasos hasta que los reyezuelos listados Regulus ignicapillus me dieron la opción de fotografiarlos varias veces.

Últimamente he aprendido a fotografiar mejor a estos inquietos pajarillos forestales.

Reyezuelo listado Regulus ignicapillus.
Su preciosa cresta anaranjada se erguía debido a su excitación, preguntándose qué es lo que estaba haciendo ese humano que lo miraba tan fijamente.

Reyezuelo listado Regulus ignicapillus observándome fijamente.

Reyezuelo listado Regulus ignicapillus sobre un quejigo Quercus faginea.

Reyezuelo listado Regulus ignicapillus cantando.
Un grupo de mitos reclamaban cerca y, en el cielo, los buitres leonados Gyps fulvus y un busardo ratonero Buteo buteo cicleaban aprovechando las corrientes térmicas.

Buitre leonado Gyps fulvus planeando.

Busardo ratonero Buteo buteo.
El reclamo del halcón peregrino Falco peregrinus resonaba en el bosque, cercano al roquedo de donde provenía dicho sonido. Podría ser un ejemplar juvenil en el nido, quizás ejercitando sus alas a punto de dar su primer vuelo. Lo que es seguro es que no era un halcón en vuelo, ya que reclamaba siempre desde el mismo punto.
Sin telescopio y sin visibilidad para otear el cortado rocoso en busca del nido, continué con el ascenso. Varios minutos más tarde, cuando las hayas Fagus sylvatica ya abundaban a mi alrededor, me detuve a fotografiar una curiosa planta.

Pinguicula grandiflora. En las hojas podéis ver los insectos que han quedado atrapados, dípteros en su gran mayoría.
Con flores moradas la Pinguicula grandiflora parece una planta común. Pero no lo es. Se trata de una planta carnívora, aunque no tan espectacular como las droseras Drosera sp. autóctonas o atrapamoscas Dionaea sp. de las selvas tropicales.

Flores de Pinguicula grandiflora.
Aún así, al igual que las mencionadas plantas, se nutre de insectos que tengan la mala suerte de quedar adheridos a sus hojas cubiertas por una sustancia pringosa para digerirlos gracias a las secreciones enzimáticas que segregan para tal fin. De esta forma, consiguen un aporte extra de nitrógeno, el cual escasea en las zonas donde crecen.

Pinguicula grandiflora.
Otra de mis plantas preferidas es la Saxifraga hirsuta, presente en la fuente de montaña donde sacié mi sed.

Quebrantapiedras Saxifraga hirsuta.
Ya en la sierra, los buitres leonados planeaban más próximos y los bandos de chovas piquirrojas Pyrrhocorax pyrrhocorax eran frecuentes.

Buitre leonado Gyps fulvus.
La blanca caliza dibujada por líquenes como el precioso Caloplaca aurantia bañaba el entorno mientras los inconfundibles trinos de los bisbitas arbóreos Anthus trivialis resonaban a nuestro alrededor.

Caloplaca aurantia acompañado por otros líquenes.

Bisbita arbóreo Anthus trivialis.
Hay que tener mucha suerte para poder fotografiar o incluso observar algunos de los más conspicuos inquilinos del hayedo, pero a pesar de ello, atrapado por la magia de uno de los bosques más característicos del País Vasco, nos introdujimos en él.

Hayedo de Sierra Salvada.
Camachuelos Pyrrhula pyrrhula y zorzales charlos Turdus viscivorus resonaban entre los majestuosos árboles. Tiempo después, volvimos a salir a campo abierto topándonos nuevamente con los enormes buitres leonados.

Cortado rocoso y monumento de la virgen de Orduña desde la sierra.
Tranquilamente, caminamos hacia la ruta de descenso acompañados por los bisbitas arbóreos, alguno bastante confiado, bisbitas alpinos Anthus spinoletta y los ágiles aviones roqueros Ptyonoprogne rupestris que dieron un recital de acrobacias aéreas.

Bisbita arbóreo Anthus trivialis.
Pero todavía nos quedaba una última observación de interés. Una veloz rapaz saltó a escena sobrevolando el hayedo, un precioso gavilán común Accipiter nisus que acabó desapareciendo en el horizonte.

Gavilán común Accipiter nisus.
Pronto, regresaré a Sierra Salvada para traeros nuevas sorpresas de este magnífico paraje.

¡Hasta la próxima entrada!

4 comentarios:

  1. Esos reyezuelos son una maravilla Endika, quien los pillara. Me gustaría conocer ese lugar. Tiene una pinta.......

    Saludos

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    Respuestas
    1. Son tan inquietos como bonitos, me paso largos ratos observándoles allí donde los encuentro. Y Sierra Salvada es para mi gusto uno de los parajes naturales que hay que visitar si se viene a Bizkaia.

      ¡Un saludo Jerónimo!¡Gracias por comentar!

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