Este pasado jueves supe de la presencia de un eider común (
Somateria mollissima) en Plaiaundi (Irún), gracias al cuaderno de campo de la página web de Seo. El sábado, ya me encontraba madrugando para acudir allí en autobús con Zuriñe.
Nunca había estado en este humedal y, sinceramente, no esperaba que fuera nada del otro mundo, pero sin duda me equivocaba.
LLegamos a nuestro destino, bajamos del bus, y un minuto después, mientras caminabamos hacia Plaiaundi, vimos un bando de unas 70 espátulas (
Platalea leucorodia) volando por encima de nosotros. El día pintaba bien.
También tuvimos la oportunidad de ver otro bando, pero esta vez de unas 50 garzas reales (
Ardea cinerea). Mi emoción crecía por momentos.
Unos 5 minutos más tarde llegamos al centro de interpretación, que visitaríamos a nuestro regreso. Justo detrás del centro nos topamos con una laguna de agua dulce en la que se encontraban unas 25 fochas comunes (
Fulica atra), algunas a escasos metros; varios zampullines comunes (
Tachybaptus ruficollis), también a muy poca distancia; algunas gallinetas comunes (
Gallinula chloropus), incluída una joven, y un puñado de ánades reales (
Anas platyrhynchos). Una garceta común (
Egretta garzetta), descansaba solitaria en la marisma situada en frente de la laguna.
Pasamos varios minutos observando y acto seguido continuamos hacia un cruce por el que se puede seguir tanto a la derecha como a la izquierda. Justo en el cruce, la vegetación permitía observar la marisma, y decidí prospectar con mis prismáticos. A lo lejos observé una rapaz posada en un poste que resultó ser una preciosa águila pescadora (
Pandion haliaaetus). Saqué mi telescopio a toda prisa y al fin pude observarla al detalle mientras se alimentaba de un pez. Una auténtica belleza.
Desde el mismo punto se veían unos 5 cormoranes grandes (
Phalacrocorax carbo) posados en postes y se escuchaban andarríos chicos (
Actitis hypoleucos). Seguimos el camino hacia la derecha y, durante el trayecto, en los tamarises (
Tamarix gallica) y laureles (
Laurus nobilis) que se apostaban a los lados del camino, avistamos multitud de currucas zarceras (
Sylvia communis), mosquiteros comunes y musicales (
Phylloscopus collybita y
P. trochilus), ruiseñores bastardos (
Cettia cetti) y currucas capirotadas (
Sylvia atricapilla). Alcanzamos otro punto libre de vegetación desde el que observamos 2 colirrojos tizones (
Phoenicurus phoenicurus), más currucas zarceras, gorriones comunes y palomas domésticas. Además, tras varios minutos de espera vimos un martín pescador (
Alcedo atthis) lanzándose al agua cual proyectil y consiguiendo, después de intentarlo un puñado de veces, capturar un pez.
Volvimos hacia el cruce, y volví a vigilar los postes con mis prismáticos. La pescadora se había ido. Esta vez, continuaríamos hacia la izquierda, donde se encontraban los observatorios para poder observar la marisma de San Lorenzo. A la derecha, donde los tamarises lo permitían se podían avistar las orillas de la ría. LLegamos a otro zona de observación, donde pudimos disfrutar de los cormoranes que comenté al inicio del itinerario, aunque esta vez, uno de ellos se encontraba a pocos metros.
Entre los postes y la orilla, había un grupo de aves formado por zarapitos reales (
Numenius arquata), agujas colipintas (
Limosa lapponica) y ánades reales. Más lejos se encontraba un grupo de una decena de archibebes claros (
Tringa nebularia). Era un buen lugar para detenerse un buen rato, ya que se podían observar las aves sentados en un banco.
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Zarapito real (Numenius arquata). |
Ya se me había olvidado el objetivo que me llevó hasta Irún, el eider. Y cuanto menos lo esperaba apareció majestuoso entre limícolas y azulones.
Poco después decidimos aventurarnos en uno de los observatorios para observar la marisma de San Lorenzo. Coloqué el telescopio y observé unas 12 garcetas comunes, 4 garzas reales y unas pocas gallinetas comunes. De momento nada extraño hasta que un bando de 104 espátulas voló para posarse justo delante del observatorio, increíble. Yo, acostumbrado a observar en la marisma de Gauteguiz-Arteaga como mucho una docena de este tresquiornítido, estaba alucinando.
Los hechos se sucedían unos tras otros: por un lado llegaron los correlimos comunes (Calidris alpina), en un principio 4, pero poco a poco el número fue en aumento hasta alcanzar la veintena. También comenzarón a llegar escalonadamente una serie de archibebes comunes (Tringa totanus) y claros que me permitieron muy buenas observaciones. Una hembra de martín pescador permanecía posada en el cable de una de las cámaras que vigilan las aves del humedal, gran avistamiento. Como grandes fueron los avistamientos de 3 papamoscas grises (Muscicapa striata) que se posaban en ramas muy cercanas al observatorio.
Estaba resultando un día más que entretenido, y mientras pensaba en la grata impresión que me había producido este lugar, apareció un grupo de 3 correlimos menudos (Calidris minuta) acompañados, minutos después, por una hembra joven de combatiente (Philomachus pugnax).
Los carricerines comunes (Acrocephalus schoenobaenus) no dejaban de pasearse por los carrizos que se encontraban delante del observatorio, al igual que los carriceros comunes (Acrocephalus scirpaceus). Una pequeña ave también decidió pasearse por entre los carrizos, aunque esta especie no la esperaba: era una preciosa polluela pintoja (Porzana porzana).
La guinda final la pusieron la lluvia y una pareja de pagazas piquirrojas (Hydroprogne caspia) que sobrevolaban la marisma. Como enormes charranes subían, bajaban y volaban velozmente mientras su gran pico rojizo resaltaba por encima del color blanco y negro del resto de su anatomía.
Cuando cesó la lluvia, nos dispusimos a abandonar Plaiaundi, mientras en el camino disfrutabamos de carboneros comunes (Parus major), papamoscas cerrojillos (Ficedula hypoleuca), mitos (Aegithalos caudatus), agateadores comunes (Certhia brachydactyla), mirlos (Turdus merula), lavanderas blancas (Motacilla alba) y una quincena de aviones zapadores (Riparia riparia). Pájaros comunes pero que nunca cansa ver.
Me despedí del lugar con tristeza, pues había sido un día inolvidable, pero con la satisfacción de saber que ya sea en tren o autobús, puedo regresar cuando quiera para volver a disfrutar de las aves.
Endika
Muy interesante salida...el eider que joya por estas latitudes!
ResponderEliminarSaludos camperos.
Un magnifico trabajo el que estais haciendo, me gusta y ya teneis otro seguidor más, directamente a mi lista de blog, espero que no os importe. Un saludo.
ResponderEliminarNo, como nos va a importar!! al contrario nos sentimos orgullosos de que gente con tan buenos blogs valore lo que hacemos!! muchas gracias!!
ResponderEliminarMuy buen reportaje de Plaiaundi, la verdad es que nunca defrauda
ResponderEliminarZorionak